Todo cambia, el cambio es el regente de la memoria, caminar por la arena viendo como el sol continuaba su camino hacia el lejano horizonte, ver tu cuerpo acariciado por los últimos rayos del astro rey, regresamos a la habitación, te preparaste para la ducha, pero la tentación entro a mis ojos, ver tu piel desnuda, tus pechos turgentes, provocaron el lascivo deseo de acariciar tu cuerpo; lo acercaste sabiendo mi intención, arrimaste tu cuerpo al mío, el calor aumentaba la pasión.
Ver como el sudor sacaba ventaja y recorría lentamente el relieve de tu piel, me provoca una erección no disimulada, como la sonrisa lasciva de tus labios, cuáles presurosos se aproximaron a mi pene, lo besaron y consumieron profundamente, la humedad aumentaba, el deseo a punto de explotar; tomo tu hombro doy vuelta a tu cuerpo, ya tendida boca arriba dirijo mi mano derecha a tu vagina húmeda, introduzco mis dedos y siento ese calor y esa humedad vibrante que me transmite un placer rico, sabroso excitante; acerco mi boca a tu pezón turgente, muerdo suavemente con mis dientes y acaricio con mi lengua; mi mano izquierda introduce dos dedos en tu boca los cuales cuál como si fuese un pene son acariciados y succionados; el sol de la tarde que colaba entre las cortinas movidas por el viento fue el testigo de cómo mis caderas rítmicamente se movían sobre ti introduciendo mi pene una y otra vez recibiendo a la vez la danza de tus caderas que sincronizaban el ritmo con las mías hasta que un impulso fuerte y profundo eyaculo mi semen, un abrazo un beso un suspiro, luego a la ducha.
La noche estaba fresca, la vista del mar desde la habitación marcaba un ambiente romántico y sensual, tu sonrisa refrescaba la conversación. Decidimos salir a cenar a al restaurante del hotel.
Llegada la noche con su cielo estrellado y la tenue luz del horizonte, el ruido de las olas al llegar al destino de la arena, la suave brisa, el encanto del ambiente preveía una noche especial que se había planeado con anterioridad y había fantaseado ese momento así, todo estaba dispuesto, se había escogido una habitación con un balcón donde esperaba que afrodita desplegara sus encantos, pero eso era para más tarde cuando el manto de la noche estuviese en su apogeo, según habíamos conversado,
Mientras la buena charla y el buen sabor de la comida hacían de la cena el complemento ideal, dijiste que era ideal un vino para acicalar el ambiente, a mí me pareció adecuado y lo pedimos.
Entre charla, comida y copas, el efecto del vino, tal como vaco lo preveía, se hacía notar, tu conversación se volvió reclamo y ofensa, tu hermoso cuerpo invitaba a la caricia mientras del brazo del mesero te dirigías al baño porque no te sentías capaz de controlar tu paso. Cuando volviste con díscola y a ratos ofensiva charla me preocupo un poco, me di cuenta de que esa noche mágica no llegaría, pedí la cuenta, me puse de pie, tome tu mano y abracé tu cintura para con un paso oscilante marchar hacia la habitación, como lamentaba esa situación porque tu cuerpo me invitaba a tomarlo, pero mi razón me decía que no debía abusar de tu cuerpo si tu conciencia no estaba presente.
Llegamos a la habitación, te ayude a desvestirte, te acosté, contemple tu cuerpo desnudo y lo desee, sin embargo, te abrigue y caíste dormida. Fui al balcón, contemple el mar, respire el aire con ese aroma salado, cálido y fresco a la vez una contradicción sensorial como
la que ocurría en mi mente, entre el deseo y la razón, por el deseo de tenerte, pero, así como estabas, seria como estar con un juguete sexual e inerte. Salí de la habitación, me dirigí a la piscina y disfrute de un cielo estrellado, durante algún tiempo en mi mente te colocaba en la baranda del balcón y yo detrás de ti, soltaba el lazo del vestido sobre tu cuello, bese tu hombro, mordí con suavidad y volví a besar, el vestido cayó y la silueta de tu cuerpo desnudo contra las palmeras y el mar invitaba a ser besada y recorrida, bese un hombro, luego el otro, empecé lentamente a bajar, besando y mordisqueando tu piel de diosa, tu respiración empezaba acelerase, me arrodille, y seguí mordiendo y besando tu cintura, tus caderas tus nalgas mientras mis manos recorrieron en ese descenso tus pechos turgentes y tus pezones acariciados primero, apretados después, para que luego mis dedos bajaran por tu cuerpo buscando tu sexo, acariciando los labios de tu vagina, mientras mi lengua se hacía camino entre tus nalgas. Tu complaciente inclinaste tu cuerpo de manera que tu culo me invito a recorrer con mi lengua, mientras mis dedos se introducen en tu vagina para ser bañados por el néctar del deseo abundante, mientras tus primeros quejidos complementaban la música de las olas, mi lengua quería entrar en cada uno de tus hoyos. Luego te diste vuelta, tu vagina dulce como ambrosía divina fue explorada por mis labios, para luego ser recorrida por mi lengua, ya tú quejidos competían con la sinfonía del mar. Mordí suavemente tu clítoris, dijiste yo quiero me enderezaste y probaste el sabor de tu sexo de mi boca, luego besaste mi cuello, mi pecho mientras descendías hacia mi pene erecto, duro y deseoso, no se hizo esperar tu boca ansiosa lo beso y la abrazo con un movimiento rítmico lo recorrías mientras apretaba tu cabello duro como sabía que te gustaba, luego te enderece, te bese, di vuelta a tu cuerpo incline tu torso hacia el frente, abrí tus piernas, acaricie tus nalgas con mi lubricado pene cuál encontró rápido su camino hacia tu vagina, entro suave, sentía tu humedad, de pronto con movimiento profundo, rítmico mientras agarraba tu cabello hacia atrás, enderezando tu rostro al cielo estrellado, los embates de mi cuerpo contra el tuyo en un baile sensual y erótico nos llevaba al placer de pronto, te estremeciste, pegue mi cuerpo al tuyo y besé tu espalda. Luego saque mi pene de tu vagina, subí un poco y lubricado como estaba intente introducirlo en tu culo apretado, hizo resistencia, te miré, pero no protestabas, respirabas, expectante, poco a poco
fue entrada en ese lugar desconocido y estrecho, moviste tu trasero hacia mí provocando que se clavara más en tu culo, empezamos el movimiento rítmico y tu quejidos fueron volviéndose más intensos, hasta que sentí mi semen salir caliente y llegar donde no había llegado antes.
Toda esa escena ocurría en mi mente al lado de la piscina, me dirigí a la habitación, vi la cama y dormías profundamente, me metí a la ducha y luego me acosté a tu lado, me dormí enojado porque mi deseo se había consumado , pero dentro de mi mente mientras te pensaba hacía una hora al lado de la piscina y no en la realidad me dormí hasta que en la madrugada te despertaste te levantaste fuiste al baño, te lavase la boca y volviste a la cama.
Al rato te abrazaste a mí, lentamente tu mano baja a mi pene que sin resistir disfruto tus caricias, empuje tu cabeza hacia mi pene y sin resistir más bien con deseo lo consumiste, succionaste y cuando estuvo turgente y deseoso te enderece acomode tu piernas a cada lado de mi cuerpo y acomodaste tu vagina sobre mi pene hasta que lo introdujiste dentro de ti, para empezar a moverte mientras me besabas luego te enderezaste y mis manos acariciaron tus pechos mientras tu pelvis, tu cintura, tu vagina subía y bajaba con un ritmo lento primero y frenético después hasta que de pronto sentí como tu humedad intensa se unió con mi semen, respirábamos ambos agitados me desmontaste y te acostaste a mi lado y así caímos ambos en los brazos de Morfeo.
Al día siguiente, entre la satisfacción y éll vació, mi mente llena de realidades y fantasías.